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lunes, 20 de diciembre de 2010

Snatch, de Guy Ritchie




OK, tengo que confesar que me sé de memoria cientos de líneas de esta película porque amo el humor ácido e irónico que manejan. Me divierte la perspectiva que presenta de la religión, de los yankees y de los gángsters.

Habiendo dicho esto, a Ritchie siempre se lo criticó por imitar a Tarantino en un momento en el que parecía que cualquiera que utilizara recursos de videoclip o videojuegos estaba haciendo un homenaje a Quentin y no explorando las posibilidades de un relato en otra estética. Imitación o no, la pieza tiene el sello de Guy y, además, el resultado es excelente.

Snatch es una de sus mejores producciones lejos. Tiene un gran dinamismo, cosa que también se apoya en la música, la presentación de los personajes al estilo cómic que el narrador (figura infaltable de Ritchie) presenta con aderezos personales y un sarcasmo increíble.


En este caso es la historia (coral, como siempre), de un diamante que es robado al principio de la película y hará un impresionante recorrido por toda la ciudad y todas las bandas que al principio parecen inconexas. Tenemos al americano que odia Londres, al comerciante de joyas que se hace el judío porque cree que es bueno para los negocios, al mafioso duro que maneja las peleas clandestinas, a dos promotores pequeños de boxeadores, a unos rusos inmortales y a unos gitanos. Si este diamante juntara millas, haría un despelote.

Son películas fáciles de ver, en las que te reís sin parar y cuando te das cuenta de que terminó, hasta apreciás su originalidad. La edición es realmente perfecta y el nonsense inglés está utilizado de una manera impecable. Tenemos a matones brillantes, no tan brillantes, pero lo que todos conocen es el sarcasmo.

En este caso, la secuencia que se repite de Avi en el viaje de Nueva York a Londres, en la que se cierra la puerta del taxi amarillo, se toma un trago, el avión despega y sellan el pasaporte tiene un uso narrativo cual muletilla, que es muy interesante y lejos de cansar, arranca varias risas (sin mencionar que es una gran forma de crear similitudes y elipsis sin agotar al espectador). Ni hablar de que intenten intimidar a un matón con una réplica de una Eagle. 


Los aplausos se los lleva la interpretación del gitano de Brad Pitt en su construcción del personaje, pero todos los ojos se posan en Jason Stratham. Ya era gigante antes de ser el Transportador. Y no hay personaje como el de Boris, the Blade.

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