Este film,
basado en la novela “El corazón de las tinieblas” de Joseph Conrad, recrea esta
misma situación ya planteada en el libro de que un hombre que vive en guerra no
es una persona común. De alguna forma todos sus lazos con la sociedad se han
roto y se encuentra en un estado de paranoia y alerta constante. Willard es
presentado así: practicando tai chi en una habitación de hotel, solo, sobre
vidrios rotos.
Pero me estoy
saltando pasos. La película en realidad empieza con imágenes de la selva
vietnamita quemándose y una canción de fondo que reza “This is the end” (éste
es el fin). Sólo Coppola ¿Verdad? Sólo Coppola es capaz de plasmar esa imagen,
de mostrarte a soldados corriendo mientras un camarógrafo lo toma para luego
pasar hermosas imágenes de todos felices y vivos en casa, de portadas de la
revista Time que habla de un triunfo inminente que, todos sabemos, nunca pasó. Sólo nos termina mostrando lo peor del infierno de esa selva a partir de mostrarnos el infierno que somos como raza/
Pero tampoco
se trata de eso. Cada vez que la veo me doy más cuenta de que esta película se
trata de la combinación de dos cosas fantásticas: Coppola y Brando. ¿Cómo hacer
que Marlon pase desapercibido? Este increíble, enorme y enigmático coronel
Kurtz entra en pantalla antes de verlo a Brando por como lo presentan: Willard
tiene que ir en una misión encubierta a matar a un prócer, a un tipo que ha
hecho miles de cosas por los Estados Unidos pero cuyos métodos poco ortodoxos y
moralmente injustificables, hacen que el gobierno pida su caza extraoficialmente.
Lo importante
es que la película se basa en estos pares: en el fanatismo que se demuestra en
los momentos en los que se monta una situación dentro de la guerra, entre ellas
las imágenes de los soldados heridos en el agua, suplicando a gritos que los
llevaran a casa y lo delirante del hombre que practica surf entre bombardeos
por no perder las olas, contrastándolo con lo real de que son los asesinos
quienes juzgan a los asesinos.
Una de las
escenas borradas de la versión no redux y que en esta está incluida es la de la
charla de los franceses, quienes fieles a su estilo hablan y filosofan mucho
sin decir mucho pero una de las apreciaciones que define al resto del film es
“podés ser un animal o un dios” el problema es que ambas conllevan a las mismas
acciones y actitudes pero una gana y la otra pierde.
Si bien soy de
las que les gritaría que por favor superen el trauma de haber perdido la guerra
de Vietnam porque las películas de esa y de la Segunda Guerra son un poco
recurrentes, hay que reconocer que ésta vale por sí sola, sobre todo por el
planteo de que aquí no hay malos y buenos o mártires y sanguinarios, aquí hay
hombres que se han olvidado de su existencia antes de ser soldados y tienen
mucho, pero mucho miedo.
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