En este espectacular western urbano, Caetano nos cuenta la historia de "el Oso", un hombre que cumplió su condena en la cárcel y vuelve a buscar a su familia. El problema es que no las encuentra precisamente esperándolo. El Oso, de todas maneras, está dispuesto a recuperar el amor de su hija Alicia y sin volver a delinquir, sin volver a ser separado de ella.
Así vemos cómo sus intentos por encontrar otra forma de vida no siempre son exitosos y cómo y qué espera el entorno de él. Remarcable el trabajo de Chavez como el Oso, quien se lleva puesto todo el peso emocional de la película, mostrando muchos matices que lo hacen entrañable.
La fotografía es cruda y con una luz dura que nos muestra su realidad. Esto, combinado con los sets del Gran Buenos Aires y hasta el himno Argentino, son una combinación poderosa, con muchísima identidad.
Es una historia simple, sin pretenciones, que tiene mucha alma y con eso se juró un espacio en el imaginario social. En un momento donde la crisis del 2001 pedía medidas extremas, el Oso se acostumbró a tomarlas. El espíritu de un momento, en una historia de un poder absoluto de entrega por amor.
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