El cine es un espacio de identificación, de educación, de industria y de arte. Y todo eso, está dentro de este blog.

domingo, 10 de julio de 2011

La naranja mecánica, de Stanley Kubrick



Si hay algo que me da mucha gracia tanto de la crítica literaria como de la cinematográfica es que reconociendo al relator como un grande en su estilo, hay que encontrar delirios de grandeza en cada cosa que aparece. He leído tantas búsquedas de sentido y de crítica social tan rebuscadas respecto a esta película que hay veces en las que me pregunto si realmente vimos la misma. Digamos, Kubrick era un gran director, pero me niego a darle un estatus cercano a Nostradamus en el orden del cosmos.

La película está basada en una obra homónima de Anthony Burguess en la que hace una hipérbole de violencia para, básicamente, asquear al lector o espectador mientras retrata la historia de Irlanda y su muy cruento pasado. En la adaptación de Kubrick se eliminó el capítulo 21 en el que se planteaba una idea de evolución por lo que el film no les va a dar un final feliz.

El título sale de una expresión que era algo así como “tan raro como una naranja de relojería” ya que el personaje central, Alex, es un chico de una buena familia y de buena posición, que aparentemente no tiene “excusas” pero es violento y gusta de practicarla. Con él, andan otros chicos con mismos gustos y similares historias.

El uso del tema de “Cantando bajo la lluvia” es, por un lado un guiño a la idea del prototipo americano de la vida perfecta y de valores cristianos y por otro un retrato de lo que han llegado a cometer sus soldados en tierras conquistadas, que luego se transforma en un sello y la prueba con la cual encuentran a los culpables.

La historia empieza en un bar donde se toma leche como en las películas de los años 50s y con eso se preparan para  golpear, robar y practicar todo tipo de violencia mientras cantan alegremente el tema citado anteriormente. Otro tema interesante es que hay una extrañeza frente a todo el ambiente, vestuario y demás con lo cual es difícil ponerla en una época en particular. Que algo tan violento sea atemporal también es movilizador.


La lucha entre pandillas está presente, las situaciones violentas se multiplican pero la forma que tiene el Estado para “solucionar este problema” no es una salida mucho más elegante. Se trata de un método experimental que se llama “Ludovico” que consiste en atarlo con una camisa de fuerza y obligarlo a exponerse a imágenes violentas (no peores a las que él mismo realizó) para asquearlo. Situación que la combinaban con previa ingesta de una droga que provocaba el vómito por lo cual asociaba la sensación de malestar con lo que veía. El concepto que presentan es que Alex puede ejercer violencia pero no defenderse frente a ella. Casi como un animal conductista, ¿No?

La utilización de la música tiene un poder muy sugestivo en la historia: Beethoven es amado y odiado, situación de poder y de debilidad. A esto se le deben sumar el vestuario con una inspiración en espadachines que en parte los hace verse como eunucos. El sombrero bombín y un maquillaje que recuerda a muñecos y a la idea asimétrica cual “Dr Jekil y Mr Hyde”. Musicalizado con una poderosa música electrónica.  


Narrada en un idioma ficticio utilizado como una jerga entre los personajes, llamado Nadsat, se van borrando todos los límites de la moral y del respeto al otro. Se presenta, así, como una profecía de una pérdida de lazos sociales y de valores que es más que preocupante. Es el método Ludovico aplicado a nosotros mismos.

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