El cine es un espacio de identificación, de educación, de industria y de arte. Y todo eso, está dentro de este blog.

domingo, 24 de julio de 2011

Los imperdonables, de Clint Eastwood


Para aquellos amantes de la fotografía (departamento que maneja la luz en el cine), hay pocos géneros más atractivos para apreciarla que el western. Estamos frente a atardeceres eternos y a praderas en las que el hombre y el caballo se recortan e imponen.

En una idea de relato cíclico, en el que un poema, una melodía y un hombre a la sombra de una tumba se mueve, podemos ser inmersos en el más crudo lejano oeste y con la naturaleza que moviliza al hombre, pero lo mejor de todo es que introduce la lógica del western nocturno y ahí es donde el género se hace aún más crudo. 


Tenemos, por un lado, a un grupo de prostitutas que ponen una recompensa por la cabeza de unos vaqueros abusivos y un joven en busca de reputación que encuentra a dos ex asesinos a sueldo.

La representación de dos hombres que ya no son lo que eran, es realmente poderosa. Para eso usan todas las debilidades, el rechazo del alcohol, de aquello que no les era útil para mantener ese nuevo sendero que habían tomado en sus vidas. La figura así de una mujer muerta tiene más peso y presencia que cualquiera que esté en pantalla.


Utilizando la media luz para imitar la iluminación de las velas, los cuadros son inmensos en los que el espectador puede perderse en la pradera o en la profundidad de un bar cuando la paz está a punto de romperse con las balas…

La música intensa y la escasez de diálogos terminan de completar la imagen. Se trabaja con el gesto mínimo y con el contraluz por sobre todo. El resultado final es muy poderoso y de las mejores historias que recuerdo. 

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