Nolan es un director amado y odiado con grandes pasiones. Creo que lo que más me gusta de él es que tiene elementos que le son propios al mejor estilo fantasmas recurrentes y por otro lado tiene elementos tan marcados de industria que explota cada uno de los recursos a mano. Con Batman tuvo su etapa de brillar.
Con una primera parte que lo que hace es plantear al héroe desde las inseguridades más profundas, una segunda que lo lleva a lo más oscuro de su ser y una tercera que se da el lujo de destrozarlo y juntarlo como quiere, esta saga se asegurado un lugar en la mente de todos los cinéfilos.
Uno de los aspectos más versátiles de Batman como personaje es que en realidad él siempre será ante todo un ser humano, sin mayores superpoderes que una valentía y capacidad de renuncia, con lo cual poner frente a él posibles lazos emocionales que conlleven un apego mínimamente a la vida, cambia absolutamente la construcción del personaje porque siempre está perdido. No sabe si puede ser Batman o dejar de serlo, tiene una determinación que no necesariamente se corresponde con las posibilidades y eso es muy interesante de ver.
La Ciudad Gótica oscila entre Chicago, Nueva York y Pennsylvania y va hacia las profundidades de cada villano mientras el mismo Bruce intenta saber dónde está parado. Un inicio más oscuro y menos gallardo, merece iguales proporciones en la estética y en la música a cargo de Hans Zimmer.
Ahora bien, el elenco tiene grandes estrellas como Michael Caine y el siempre genial Morgan Freeman y luego pone en papeles diferentes a actores que uno no está acostumbrado a verlos en ellos. No siempre funcionan (Carwoman según Anne me parece bastante mala), pero hay que reconocer que el Joker siempre se nos quedará trabado en la mente y que nos recordó una vez más por qué siempre hay lugar en nosotros para un Batman más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario