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martes, 30 de agosto de 2011

La Caída del Halcón Negro, de Ridley Scott



Soy muy aficionada a las historias de guerra. Me interesa particularmente cómo pueden crearte imágenes que te sometan directamente a la situación en la que está el personaje mucho más que cualquier otro género. Es ver el horror, quedarse sordo por los disparos, es tener el instinto de supervivencia a flor de piel. “La caída del Halcón Negro” está basada en hechos reales en Somalía en el 93 a partir de una novela homónima y de la mano del gran Ridley, era una apuesta bastante segura.

Frente a una situación en la que el gobierno de facto parecía inminente, Estados Unidos decide enviar fuerzas de elite. Los alimentos que se envían, desaparecen y van perdiendo contacto con las misiones. Es así como envían una de rescate que se supone no podía durar más de media hora.



Pero el terreno es hostil y cuando empiezan a recorrerlo y se corre el rumor de que están ahí, los rebeldes armados estarán listos para tirar abajo el helicóptero (Halcón Negro). Y allí es cuando lo realmente difícil empieza porque el pánico de los locales hace que no hagan distinción entre la guerrilla y los militares, la guerrilla está bien armada y camuflada y lo que parecía iba a llevar nada, termina dejando a hombres en tierra a punto de volar en pedazos.

El rescate de la ONU que no llega, los equipos de visión nocturna que han olvidado, la población como rehén de sí misma y otros varios condimentos más hacen de esta cinta de las más atrapantes dentro de su género. Nadie puede negarle el ritmo vertiginoso.



Con un magistral uso de la cámara en mano, el espectador se ve inmerso en la acción y la batalla mientras sentimos caer bombas y la adrenalina de ser carne de carroña en una ciudad en la que los malos y los buenos no se distinguen tan fácilmente. Maravillosas interpretaciones de Bana y McGregor.

Es una lección de humildad de que no hay guerra que sea un trámite y que nunca es la respuesta ni la forma de llegar a la paz.


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